UN MARAVILLOSO Y ESPERADO REENCUENTRO

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Anciano Novato
Califa
Mensajes: 46
Registrado: Sab Ene 20, 2018 1:15 am

Nombre = MIEL, Mi Dulce y Eterna MIEL;
Edad = mayor de edad; 21 años cumplidos y ¿5? de experiencia (jajajaja);
Valor = 4 Arturos de visita;
Nacionalidad = Dulce y Chilena;
Ubicación = Metro Bellas Artes;
Lugar = Edificio moderno, acogedor, discreto;
Conserje = Sí, y pide carnet y registra la visita;
Horario = 14:00 horas;
Recepción = Siempre muuy Atenta; imposible no volver.

Servicio:
Empotamiento = 10.999% empotado;
Estatura = 1,65-1,70m aprox. de Belleza Pura y Natural;
Contextura = Una Diosa en la tierra, una maravilla;
Cara = Hermosa, Simpática, Única;
Nivel de Photoshop = Si es que lo hay, nunca lo he notado;
Trato = Muy muy atenta, es muy delicada, se dedica 100% a su visitante;
Besos = Muchos, Dulces, Maravillosos;
Boobies = Hermosas, firmes, turgentes, delicadas;
Culito = Descrito ya muchas veces pero, reiterando, su derriere es: Redondito, Palpable, enteramente Besable;
Pussy = Siempre muy bien Depilada, Besable, mi obsesión saborearle;
Mamón = SIN, cada vez que lo hace tiemblo de sólo pensar en que voy a sucumbir a sus artes;
Movimientos Pélvicos = ¡Uf! ¡Qué caderas! ¡un swing asesino si lo quisiese!;
Anal = CON RESTRICCIONES, por costo Adicional (¡sólo un afortunado por día!);
Ambiente = Departamento demasiado Confortable, siempre ordenado, muy pulcro en todo el sentido de la palabra;
Atención = Es, definitivamente, Mi Personal Diosa del Amor.

Volverías = Mientras tenga vida y pueda le seguiré visitando. Es mi adictivo placer culpable.


Experiencia:

Buenas noches, estimados contertulios.

Pido disculpas por haber desaparecido tanto tiempo de estas especiales páginas. Los avatares de la vida me obligaron a ausentarme tanto de vuestras historias y comentarios como de ellas, las Reinas, aunque hoy les vengo a relatar someramente el maravilloso y ansiado reencuentro con mi querida Diosa.

Mucho tiempo hube de permanecer en el anonimato y en la obscuridad total dado los bruscos cambios laborales que tuve que sufrir a manos de arpías y arteras jefaturas.

Producto de ello tuve que drásticamente dejar de participar en los sorteos y, peor aún, dejar de visitar a Mi Diosa.

Pero no hay mal que dure cien años (ni pelotudo que los aguante... perdón lo soez) y, con muchos tiras y aflojas, logré coordinar una visita a la más hermosa Diosa que he tenido el privilegio de conocer: MIEL.

Coordinada la visita un viernes por la mañana, me sentí todo aquel día como quinceañero a la espera que llegase el día de mi gran cita (sábado después de mediodía).

La mañana la gasté buscando algún pequeño “engañito” que ofrendarle en mi regreso a sus cálidos y tiernos brazos. Ya cerca de la hora le contacto para informarle que ya me encontraba frente a su dirección. Me responde que por favor le espere diez minutos, minúsculo tiempo que me pareció toda una eternidad.

Cumplido el plazo accedo al control de identidad de rigor, soy autorizado a subir al mismo cielo y me interno en aquel laberinto de cemento y fierros. Marco el número del celestial piso en el tablero del ascensor y éste asciende, lentamente, como si supiera que quiero pronto llegar a los brazos de mi Amada Diosa y se detiene una y otra vez en su recorrido. Finalmente, luego de varias detenciones sin explicación alguna (se detuvo en algunos pisos sin haber personas esperándolo... 🤔) accedo a aquel nivel. Camino lentamente hacia su puerta. A cada paso mi corazón más se aceleraba. Llego ante aquel cancerbero de madera, pulso el timbre, retrocedo, espero... espero... siento sus característicos pasos y mi corazón se desbocó. Se abrió la puerta permitiéndome observar su vacío interior. Ingreso, dejo las nimiedades que llevaba de ofrenda sobre aquella mesa, volteo casi lentamente mientras siento aquel “clack” de la cerradura al bloquearse y... allí... tras de mí... estaba ELLA, sonriente, iluminada, sus fulgurantes ojos me sonreían y su carmesí boca pronunció las más hermosas notas de su celestial lira: “bienvenido, Mi Viejito Latero...”.

Nos abalanzamos el uno al otro y nos confundimos en un apretado abrazo fusionándonos en un cálido y sincero beso, tan añorado, tan deseado por este mortal y ya abyecto vejestorio. Volví a inhalar aquel tan particular aroma de su piel, volví a palpar aquel satín que cubre toda su existencia, volví a perderme en aquellos profundos y expresivos ojos, volví a verle sonreírme tan dulcemente que había olvidado lo sublime que era estar frente a ella hipnotizado y embelesado por su bella magnificencia.

Dejamos de besarnos, intercambiamos las típicas preguntas de rigor, toma suavemente mi mano y me guía a su aposento. Iba a indicarme ejecutara el típico y ya acostumbrado ritual cuando dejé mis cosas al pie de su cama e ingresé inmediatamente al cuarto de baño para proceder con mi aseo personal.

Regreso a la habitación y allí estaba Ella, sonriente, esperándome tendida sobre la cama. Su sola presencia iluminaba la habitación obscurecida por las gruesas cortinas que pendían de la barra sobre el gran ventanal.

Silenció su teléfono y lo dejó sobre la mesita de noche. Me acerco y me tiendo a su lado suavemente. No quería importunar la armonía de su figura. Conversamos un poco poniéndonos al día respecto de lo que había sucedido en el intertanto con nosotros.

Conversación grata, miradas cómplices, ambiente incitante, todo ameno... hasta que nos besamos y nuestra pasión se desató: nos fundimos en un profundo beso, nuestras lenguas jugueteaban en la boca del otro, se acariciaban, se reconocían, se retorcían en una seductora danza de conquista mutua. Mientras, nuestras manos recorrían nuestros cuerpos, descubriendo en el otro rincones que nos eran seductores y brindándonos caricias de afecto y de pasión. Mi mano acariciaba sus mejillas, su cabello, mientras la otra desbloqueaba aquellos broches de su brassiere, liberando esos únicos y maravillosos pechos.

Suavemente, con cariño y con mucho morbo recorría aquella satinada y maravillosa piel, mientras sus manos acariciaban mi espalda. Mi mano fue por aquella última prenda. Lo descorrí suavemente sobre sus firmes y redondas nalgas, colaborándome ella alzando sus torneadas piernas para, finalmente, retirar su colaless de su cuerpo.

Desnudos ambos, seguimos abrazados besándonos. Nuestros besos nos los entregábamos como si el mundo se fuese a terminar y se nos fuera la vida en ello. Cada caricia quemaba nuestra piel. Cada nuevo beso nos encendía aún más.

Besé y acaricié sus pechos, tersos, suaves, candentes, sensibles. Descendí por su plano vientre de fuego. Ascendí a aquel maravilloso Monte de Venus, el que coroné con sendos besos. Abrió tierna y delicadamente sus muslos permitiendo zambullirme en aquella maravillosa flor, a la que ofrendé mis más dedicados besos y cuyos labios de pétalos fueron recorridos y acariciados por mi sedienta lengua, logrando libar su néctar que manaba profusamente dado el extenso preámbulo.

Luego Miel me tiende de espalda y es ella quien ahora desciende abalanzándose sobre mi indigno amigo de cien batallas. Lo besa. Lo acaricia. Lo recorre en toda su enhiesta extensión. Besa mis gónadas. Siento que pronto explotaré.

Mágica y delicadamente Miel coloca el disfraz a mi amiguito sin dejar de besarlo, regresando por mi pecho hacia mi agitado rostro. Me besa. Nos volvemos a besar mientras me monta sobre mis caderas descendiendo las suyas sobre mi ya enfundado amigo y lo hace tan delicadamente que suavemente me hizo entrar en ella, cálida, húmeda y profundamente, comenzando un suave y delicioso vaivén sin jamás interrumpir nuestro beso. Los embates poco a poco fueron haciéndose más y más intensos hasta que el desenfreno hizo presa de nosotros y, en un arrebato de gozo, giramos sobre nuestros abrazados cuerpos quedando Miel bajo mi peso y continuamos en aquel cadencioso movimiento hasta que me hizo vivir aquel mítico Big Bang celestial bajo su embrujo, lo que provocó le abrazara y la atrajera hacia mí brindándonos un jadeante beso final.

Dios, había olvidado lo maravilloso que se siente y se viven estos instantes al lado de tan bella Dulcinea.

Luego de unos minutos se desmonta suavemente, busca toallitas húmedas, retira el preservativo de mi ya exiguo amiguito y lo asea con cariño, con delicadeza, dejándome inerte sobre su cama. Regresa, se tiende a mi lado, le abrazo, beso su frente, sus mejillas, agradecido, me yergo para ir a la ducha una vez más y me indica que aún me quedan minutos. Confirmo en mi reloj así es pero le respondí “mejor, lo prefiero. Así te tomas estos pocos minutos para descansar y relajarte un poco”.

Sonríe.

Al salir de la ducha aún está tendida en su cama respondiendo mensajes. Me inclino y le beso una vez más su boca, su frente, sus mejillas. Se levanta, me acompaña tras la puerta, nos volvemos a besar una vez más despidiéndonos pensando en que quizás por cuánto tiempo más tendré que ausentarme y negarme disfrutar de su celestial compañía, sus afectos y cariños tan divinamente brindados.

Salgo a la calle. La gente circula acelerada, como siempre, los autos ahogan sus quejas en bocinazos frenéticos contra un ciclista... pero yo... yo camino cual desmemoriado sin saber en qué rumbo dirige sus pasos, pensando en ella, en Mi Dulce Diosa que me ha brindado, una vez más, un maravilloso y esperado reencuentro.

Buenas noches.
Anciano Novato
Lord Wolfman
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Registrado: Jue Ene 04, 2018 11:05 am

Xuxa te tenían amarrao wn medio reporte
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